A mediados del siglo II dC. surge la distinción jurídica entre honestiores y humiliores. Con esta distinción, la población del Imperio Romano queda dividida, de iure y no solo de facto, en dos grupos diferenciados, los que poseen privilegios y los que no los poseen. En el Bajo Imperio esta distinción jurídica se traducirá en el establecimiento de dos grupos sociales antagónicos.
Esta distinción jurídica parece ser ligeramente anterior a la concesión de ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio que promulgó el edicto de Caracalla en el año 212. ¿Qué significado social tuvieron estos hechos jurídicos? En primer lugar, el refrendo legal de una realidad social consistente en que desde el inicio de la expansión imperialista de la ciudad de Roma toda la cuenca mediterránea se ve sometida a un proceso de homogenización de su estructura social que se traduce en una combinación binaria: aquéllos, los menos, que obtienen rentas de sus propiedades y aquéllos, la mayoría, que obtienen las rentas de su trabajo. La distinción honestior – humilior confirma jurídicamente esta situación en un momento en que la distinción libre – esclavo ha pasado ya a un segundo término. El segundo hecho al que hacíamos referencia, la “Constitución Antoniana”, viene a confirmar lo anterior.
Las guerras civiles que llevaron a Augusto a convertirse en el primer emperador de Roma y en el enterrador de la República, marcan el canto del cisne de la “polis” antigua. Las Guerras Púnicas y, antes, las conquistas de Alejandro Magno, marcan el inicio del declive del modelo de ciudad-estado, invento típicamente centro-mediterráneo, y su substitución por un nuevo modelo estatal, el Imperio. En el fondo de esa transición de la ciudad-estado hacia el Imperio, en ese cambio de organización política, subyace un enfrentamiento social. ¿Podría ser que el desarrollo de la esclavitud durante la época clásica, y anterior de las colonizaciones, hubiera cerrado las puertas a los “humiliores” del mundo antiguo? La historia social de la República Romana es un ejemplo paradigmático. El imperialismo romano fue posible gracias a un acuerdo tácito entre la aristocracia romana y el pueblo, mayoritariamente campesinos libres. La continua erosión de la pequeña propiedad que se vivió en la Roma del período republicano fue una fuente permanente de conflictos. La guerra expansiva fue la válvula de escape de la presión social popular que amenazaba con imponer un régimen democrático a la oligarquía senatorial gobernante, inmersa en un proceso imparable de acumulación de propiedades trabajadas mayoritariamente con mano de obra esclava.
Así pues, poco antes de la “Constitución Antonina”, que supone el reconocimiento institucional de la pérdida del antiguo privilegio de ciudadanía, se institucionaliza una realidad de hecho preexistente, esto es, el enfrentamiento entre dos clases sociales los “possessores” y los “teniores”. ¿Cual es la diferencia fundamental entre estas dos clases? La forma de obtención de sus rentas, la relación con el proceso de producción.
En resumen, las guerras civiles que pusieron fin a la República romana, señalan el final definitivo de la “polis” como organización política fundamental en la cuenca mediterránea. Este final venía anunciado desde el período helenístico y las guerras púnicas marcan el punto de inflexión definitivo puesto que la victoria romana permitió a la ciudad de Rómulo convertirse en el centro del mayor imperio de la Antigüedad.
Para finalizar una aclaración. Los términos “honestior”-“humilior” engloban cada uno a diferentes grupos sociales, con intereses particulares a veces contrapuestos. Así por ejemplo las tensiones entre el ejército y el senado que a veces se manifestaron en duros y violentos enfrentamientos.