Construir el Territorio Museo: Una propuesta para la gestión creativa del patrimonio cultural en áreas rurales

Bruselas, 10 de Mayo de 2000

El Consejo de Ministros de los países miembros de la Unión Europea responsables de la Planificación Espacial, reunido en Postdam en Mayo de 1999, aprobó el documento de la Perspectiva Europea de Desarrollo Espacial (ESDP). En este documento, la salvaguarda y la puesta en valor del patrimonio cultural y natural se cuentan entre las principales líneas de actuación comunitarias para avanzar hacia un desarrollo sostenible y equilibrado del territorio de la Unión Europea. La ESDP destaca la importancia del patrimonio en la configuración de las identidades territoriales europeas y la necesidad de aplicar criterios de “gestión creativa” para su puesta en valor.

En España, al igual que en el resto de la Europa mediterránea, especialmente en las zonas rurales, la aplicación de la ESDP podrá favorecer la integración de las políticas de salvaguarda del patrimonio en las estrategias de desarrollo territorial sostenible. Esta integración será imprescindible para hacer frente a las amenazas que actualmente se ciernen sobre el patrimonio rural euromediterráneo. Estas amenazas derivan de la pervivencia de modelos de desarrollo poco sensibles a la preservación de los valores culturales y naturales del territorio y, además, se agravan por las actitudes de algunos profesionales del patrimonio que, con demasiada frecuencia, olvidan que una de sus funciones esenciales es la de tender puentes entre el patrimonio y la sociedad. Cada vez más, los profesionales del patrimonio deberán asumir el rol de mediadores sociales, especialmente si tenemos en cuenta que la participación social será clave en los procesos de planificación espacial, en el nuevo escenario de desarrollo sostenible que propone la ESDP.

Tradicionalmente, el sector del patrimonio se ha visto condicionado por unas finalidades prioritarias y específicas como son la preservación, el conocimiento científico y la transmisión a las generaciones futuras. Estas finalidades han comportado un necesario protagonismo de las instituciones públicas, obligadas a intervenir y  a asumir unos compromisos que no pueden esquivar ni ceder a la libre concurrencia del mercado. Pero, recientemente, a las preocupaciones tradicionales sobre el patrimonio (conservar, estudiar, difundir) se le han  añadido  otras nuevas que   pueden ser de tipo comercial, económico, político o administrativo. Por ejemplo, generar fórmulas para cubrir los costes o aligerar las cargas económicas, incidir en el marco local en términos de empleo o desarrollo, valorizar un capital o una imagen pública, incitar nuevas formas de presentación o gestión… Todas ellas tienen en común una preocupación fundamental por el uso social del patrimonio, el cual, en última instancia, tiende a convertirse en la razón legítima de la conservación y del estudio.

Así, la principal cuestión que intentaban responder los profesionales del patrimonio, ¿cómo conservar? ha adquirido en la última década una nueva dimensión, más dinámica, más relacionada con el presente, es decir, con el cambio, con la transformación, dicho de otra manera, la pregunta que los profesionales del patrimonio debemos ayudar a responder hoy es ¿qué papel debe jugar el patrimonio cultural y natural en una sociedad cambiante como la nuestra?

En este sentido, se ha acentuado la constante confrontación entre la necesidad de conservar y la necesidad de difundir, lo que hace que se planteen diferentes amenazas: problemas de masificación, introducción incontrolada de nuevas tecnologías, ausencia de planificación del crecimiento turístico, procesos de transculturación, etc…, que ponen en peligro el patrimonio y la identidad cultural de muchas sociedades. Para enfrentar y resolver esta disyuntiva la ESDP plantea nuevas estrategias de actuación, a partir del concepto de “gestión creativa” del patrimonio cultural y natural, con el objeto de garantizar la preservación del patrimonio y su uso social, en el marco de un crecimiento armónico de la sociedad.

En el caso español, el abandono, por un lado, de muchas zonas rurales y el desarrollo incontrolado y desmesurado, por otro, en las áreas de crecimiento urbano nos pone delante del gran reto al que deberán enfrentarse muchos de los proyectos de puesta en valor del patrimonio: contribuir a la resolución del permanente conflicto entre el uso y el abuso de la ocupación del espacio. Para ello es necesario que el profesional del patrimonio disponga de instrumentos metodológicos adaptables a los nuevos procesos de planificación espacial, en los que las decisiones que afectan al patrimonio no se tomen en base solamente a criterios profesionales sino que sean el resultado de la participación y el consenso. El desarrollo de estos instrumentos ha sido el tema central del proyecto Terra Incognita[1].

El primer punto de discusión del proyecto se focalizó sobre la evidencia de que existían distintos significados para el concepto de puesta en valor del patrimonio que se traducían, fundamentalmente, en dos posturas enfrentadas. Mientras para algunos, poner en valor un elemento patrimonial significaba restaurarlo y dotarlo de un marco jurídico de protección que prohibiera completamente o limitara su uso, para otros, poner en valor, además de restaurar y regular normativamente, significaba especialmente implementar un plan de uso y gestión que permitiera resolver de manera favorable para la sociedad y para el patrimonio el permanente conflicto derivado del uso y de la ocupación del territorio.

Observamos que la aplicación de un tipo u otro de significado tenía como resultado diferentes tipos de proyectos.  Así, mientras de la aplicación del primer significado se derivaban proyectos que centraban sus objetivos en los aspectos normativos y legales de la conservación del patrimonio, de la aplicación del segundo significado se derivaban proyectos orientados no sólo a como se puede regenerar físicamente un bien o espacio degradado sino cómo esa regeneración puede convertirse en una de las aspiraciones elementales y principales de sus herederos sociales. Entendemos que esta segunda postura está más relacionada con los objetivos de desarrollo sostenible y con el concepto de “gestión creativa” que defiende la ESDP. En esta perspectiva el concepto valor aplicado al patrimonio tiene un triple significado:

  • Valor identitario: el patrimonio puede actuar o actúa como elemento generador de imagen y de identidad territorial.
  • Valor económico: la puesta en valor del patrimonio puede generar nuevas oportunidades de negocio y, por tanto, convertirse en un yacimiento de empleo y una nueva fuente de ingresos para el territorio.
  • Valor social: el desarrollo de un proyecto de puesta en valor del patrimonio puede contribuir a mejorar la calidad de vida de la población.

Para transformar estas intenciones en una estructura de gestión de los recursos patrimoniales en el territorio desarrollamos el concepto de Territorio Museo, concepto que entronca con la herencia de los ecomuseos franceses y la tradición anglosajona de los planes de interpretación.

Con el concepto de Territorio Museo pretendemos dar respuesta al reto de la gestión creativa del patrimonio que propone la ESDP. Con demasiada frecuencia, en el medio rural, cuando se ha planteado la necesidad o la voluntad de poner en valor el patrimonio de un territorio, automáticamente se ha pensado en la creación de un museo o, más recientemente, en la varita mágica de los centros de interpretación. Entendemos que la puesta en valor del patrimonio no debe plantearse únicamente desde la perspectiva de las cuatro paredes de un museo. Debemos ir más allá, hacia un modelo de presentación de los recursos relacionado con una idea integral de paisaje y de respeto al mismo, que cuente con los testimonios originales (ya sean tangibles o intangibles), que utilice las construcciones existentes, es decir, los lugares de la memoria. Entendemos que el concepto Territorio Museo puede ser especialmente atractivo para aquellas zonas rurales dotadas de una fuerte personalidad histórica que conservan numerosas huellas de su pasado: tradiciones artesanales, gastronómicas, particularismos lingüísticos, arquitecturas populares, estrategias productivas peculiares, conjuntos monumentales, restos arqueológicos, obras de arte, manifestaciones culturales… Como instrumento metodológico, el concepto de Territorio Museo es útil para planificar propuestas que pretendan difundir conceptos de “marca-territorio” en diferentes mercados (ocio, turismo, cultura, agroalimentario…). Por ello, el Territorio Museo tiene un doble significado:

  • Por un lado, lo aplicamos en un sentido físico, para designar una oferta de ocio cultural y ecológico, que se manifiesta como un gran museo al aire libre  abierto y habitado, en continuo movimiento y transformación, compuesto de centros de interpretación, monumentos visitables, itinerarios señalizados, alojamientos, etc… A diferencia, no obstante, de muchos museos al aire libre, el Territorio Museo no está situado en un recinto de uso exclusivo, delimitado por una barrera física (no es un parque acotado), sino que pretende integrar la vida cotidiana del territorio y de sus habitantes. Por tanto es fundamental facilitar al usuario (sea visitante o residente) los instrumentos que le ayudarán a situarse, a ver y aprender aquello que le ofrece el territorio.
  • Por otro lado, y esta es la novedad metodológica más importante, lo utilizamos para designar a una “estructura organizativa”, capaz de liderar un proceso de desarrollo sostenible, encargada de la gestión del uso del patrimonio y dedicada a la aplicación de una estrategia de interpretación del territorio cuya elaboración, a través del consenso y la planificación, sea el aspecto central de cualquier proyecto de puesta en valor del patrimonio.

Como espacio de ocio cultural, el Territorio Museo sirve para articular bajo un marco conceptual común, el criterio clave de interpretación (también llamado temas unificadores), las diferentes temáticas y recursos presentes en todos los territorios. El despliegue temático del criterio clave de interpretación sobre el territorio da como resultado una especie de museo abierto en el que los objetos y los conceptos se presentan en su contexto social y en su entorno físico original.

Uno de los retos que plantea esta propuesta es el hecho de que tanto el residente como el visitante sea capaz de percibir, sin dificultad, los límites y los contenidos del Territorio Museo, ya que, como hemos dicho, no se encuentra situado en un recinto de uso exclusivo sino que comparte la vida cotidiana del territorio y de sus habitantes. Por tanto es fundamental facilitar al visitante los instrumentos que ayudarán a situarse, a ver y aprender aquello que le ofrece el espacio.

Una estructura modelo de un Territorio Museo podría ser la siguiente:

è    LA PUERTA DEL TERRITORIO MUSEO: es el primer lugar de contacto entre el usuario y el territorio, por ello debe ser como el espejo de Alicia, un espacio que permita al usuario la inmersión en el universo desconocido del territorio. Su principal misión es dar a conocer la estructura y los servicios del Territorio Museo y ejercer de lanzadera para el descubrimiento del territorio que presentan. Un ejemplo sería el Centro de Turismo Cultural que está en fase de instalación en la villa medieval de Peralada (Alto Ampurdán, Cataluña), ubicado en las dependencias del antiguo convento románico de Santo Domingo.

è    LAS VENTANAS TEMÁTICAS DEL TERRITORIO MUSEO: A diferencia de las puertas que ofrecen una panorámica general, las ventanas temáticas focalizan su discurso sobre uno de los temas que configuran el árbol temático del criterio clave de interpretación. Su misión fundamental es la de dar las claves para disfrutar de un recurso o conjunto de recursos del territorio vinculados a la temática de la ventana. Por poner un ejemplo, en el PREPIRINEO-Territorio Museo, la Iglesia de San Martín de Uncastillo alberga el espacio temático “Piedras para la Fe” donde, además de ofrecer información personalizada, se presentan, a través de una exposición y un espectáculo audiovisual, las obras y la cultura de los canteros del románico del Prepirineo, invitando a los visitantes a conocerlas directamente. En Ayerbe, está también en funcionamiento el espacio dedicado a difundir el legado de Santiago Ramón y Cajal, ubicado en la casa donde el científico e intelectual español pasó varios años de su vida.

è    LOS CAMINOS TEMÁTICOS DEL TERRITORIO MUSEO: Se trata de itinerarios señalizados a modo de “exposiciones temporales al aire libre” que permiten explicar una infinidad de pequeñas temáticas. Al tratarse de una experiencia de carácter temporal, favorecen la repetición de la visita. Es interesante vincular estos caminos temáticos a las actividades de investigación sobre el patrimonio del Territorio Museo.

 

è    LOS EVENTOS DEL TERRITORIO MUSEO: La programación continua de eventos es una de las funciones básicas del órgano de gestión del Territorio Museo. Dentro de este ámbito se incluirían la realización de Jornadas Gastronómicas, Ferias de Artesanía, Festivales de Música o Teatro, etc…

è    SERVICIOS DEL TERRITORIO MUSEO: La utilización del Territorio Museo como marca o distintivo de calidad permite vincular a su imagen la promoción de aquellos servicios que sean útiles, necesarios o interesantes en la configuración de la experiencia global del usuario del Territorio Museo, como el transporte, los alojamientos y restaurantes, los comercios o las hípicas.

Frente al proceso de globalización que vive actualmente la sociedad europea y especialmente sus áreas rurales, entendemos que estos territorios-museo pueden convertirse en un punto de referencia para todos aquellos que quieran reivindicar la principal riqueza de la civilización europea: la diversidad cultural. Sólo el conocimiento y el respeto de esa diversidad nos permitirá enfrentarnos a los fantasmas de la globalización, del empobrecimiento cultural y de sus dramáticas secuelas, es decir,  la intolerancia, la xenofobia y la pérdida del espíritu crítico humanista.


[1] Terra Incognita es el título de un proyecto transnacional desarrollado entre los años 1997 y 2000 dentro del marco del programa comunitario TERRA. En este proyecto han participado los municipios de Alghero (Cerdeña, Italia) y Peralada (Cataluña, España), las mancomunidades del Prepirineo y Somontano (Aragón, España) y la Comarca del Garraf (Cataluña, España).

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