El Park Güell de pago, una oportunidad perdida para el sector del patrimonio

Manel Miró, Barcelona 27/06/2014

Hace unas semanas fui a visitar por primera vez el «Park Güell de pago», es decir, la parte del Park Güell que se ha cerrado y separado del resto del parque que es de libre acceso. Al  «Park Güell de pago» ya sólo se puede acceder tras abonar el pago de una entrada, pago del que están exentos los vecinos del parque.

Sentía curiosidad por ver cómo se había resuelto la cuestión de la masificación, cómo se había enfocado la gestión de la visita y qué se había hecho para mejorar la calidad de la experiencia de los visitantes.

Mi primera sorpresa fue ver que la entrada principal del Park había cambiado de ubicación y se había trasladado al final de la calle Olot. Desde el punto de vista de la interpretación siempre he considerado un error que el circuito de visita de un monumento no obedeciera al recorrido natural de dicho monumento. En su momento consideré poco eficaz que la entrada al monasterio de Sigena se hiciera por una puerta falsa sin ningún interés en lugar de hacerse por la gran entrada monumental de la iglesia. En el caso del Park Güell, Gaudí quiso dotarlo de una entrada monumental y por este motivó proyectó la gran escalinata y los pabellones de entrada. Esta entrada monumental no era un capricho del arquitecto sino que formaba parte esencial del sentido simbólico que Gaudí y Güell idearon y le dieron a la urbanización original, concebida por ambos como una Nueva Arcadia.

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La entrada actual al Park Güell (a todo el Park Güell y no sólo al recinto de pago, lo que hace que el hecho sea más grave si cabe) es una mera abertura en el muro perimetral del Park. Desconozco si esta puerta es obra de Gaudí o fue hecha con posterioridad, aunque la poca gracia de su arco escalonado me inclina a pensar en la segunda opción. Esta nueva puerta, lejos de parecer la entrada a un «recinto simbólico» parece la entrada de vehículos del parque lo que, desde la óptica de la interpretación que debería haber regido la transformación del Park Güell, es un error de gran magnitud, pues se pierde el poder de fascinación que tenía la entrada original del Park como primera imagen de contacto entre el visitante y el recinto gaudiniano.

La segunda sorpresa fue nada más cruzar el nuevo arco de acceso al Park, cuando la vigilante que se encontraba en ese lugar para informar a los visitantes se dirigió a mí en un excelente inglés dándome la bienvenida al Park Güell. Reconozco que me chocó en un primer momento que me hablaran a mí en inglés en Barcelona y pensé que eso era debido o bien a que yo lucía una extravagante pinta de extranjero (que no era así) o bien a que los trabajadores del «Park Güell de pago» han sido aleccionados a tratar preferentemente a los visitantes al Park Güell como turistas y no como ciudadanos barceloneses. En otras palabras, los nuevos gestores del «Park Güell de pago» tienen claro que su principal preocupación va dirigida a los turistas y no a los ciudadanos de Barcelona ya que los vecinos del Park, que tienen acceso gratuito, entran por otra puerta.

Estos dos detalles, es decir, el cambio de la puerta y el uso del inglés como lengua principal, me llevaron rápidamente a sacar dos primeras conclusiones:

a) El proyecto de ordenación de la visita al Park Güell no se había hecho desde el enfoque de la interpretación del patrimonio con el objetivo de poner en valor este Patrimonio Mundial, sino que se había hecho desde un enfoque mercantilista con el objetivo de recaudar dinero.

b) La nueva ordenación del Park Güell tenía un enfoque esencialmente turístico, es decir, se había pensado desde la lógica del consumo turístico quizá fruto de la creencia de que sólo los turistas pagarían por visitar el Park Güell, por eso todo el mundo me hablaba en inglés.

Estas primeras impresiones contrastan con la declaración de principios y objetivos que se encuentran escritos en el plan de conversión de parte del Park Güell en un recinto de pago y que transcribo a continuación:

  • Preservar el derecho de los vecinos a disfrutar de un espacio de ocio que les es propio.
  • Conservar y proteger el patrimonio artístico y cultural del Park Güell, único en el mundo.
  • Recuperar el espacio para la ciudad.
  • Mejorar la calidad de vida de los vecinos revirtiendo los beneficios que genera la actividad turística.
  • Optimizar la experiencia de la visita al conjunto monumental, tanto para los barceloneses y barcelonesas como para los visitantes.

A la vista de la realidad, creo que los objetivos se redactaron desde una total ingenuidad o con una gran dosis de cinismo, especialmente cuando se habla de recuperar el espacio para la ciudad o de optimizar la experiencia de la visita para los barceloneses y barcelonesas.

Superada la primera sorpresa me dirigí al puesto de venta de entradas donde aboné los 8,00€ a cambio de los cuales recibí un plano, un folleto y un ticket en el que se me informaba a partir de qué hora podía entrar en lo que yo llamo el «recinto de pago» y que los gestores del Park Güell llaman errónea y torticeramente el «recinto monumental». Y digo errónea y torticeramente porque, desde un punto de vista patrimonial, el recinto monumental es todo el Park Güell y no sólo una parte de él y porque el uso del concepto «recinto monumental» se utiliza con el único fin de «vender más», en coherencia con la lógica mercantilista que ha dirigido de manera principal la conversión del Park Güell de jardín público a recinto monumental de pago.

Al comprar la entrada también se me informó de que podía descargarme la aplicación gratuita para móviles y tabletas «Guía Oficial del Park Güell». Afortunadamente ya la traía descargada desde casa porque la WiFi gratuita que se anuncia en el Park no me funcionó en ningún momento.

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Esta app «Guía Oficial del Park Güell» tiene dos aspectos que me parecieron especialmente chocantes y dignos de ser comentados. En primer lugar, a pesar de que se anuncia como una guía y de que el Park Güell es un recinto al aire libre, esta «app oficial» no dispone de posicionamiento GPS. En segundo lugar, a pesar de que se promociona como la «Guía Oficial del Park Güell», en realidad sólo es la guía del «recinto de pago» porque la guía sólo se ocupa de esta área, considerando irrelevante como elemento patrimonial el resto del Park, aunque ese resto incluya áreas tan significativas como el Calvario, el Viaducto de los Enamorados o las tres únicas casas de la fracasada urbanización. No es razonable desde ningún punto de vista que el ámbito espacial de la app «Guía Oficial del Park Güell» promovida por el Ayuntamiento de Barcelona se delimite por el criterio de si se paga o no y es menos razonable aún si se tiene en cuenta la política de apps culturales promovidas por el Ayuntamiento de Barcelona a través del ICUB, apps que son un ejemplo de sensibilidad patrimonial y ciudadana.

Imagen15Desde el punto de vista de la interpretación del Park Güell, me parece poco eficaz para  la comprensión del recinto explicar sólo una parte pero desde el punto de vista ciudadano (de un ciudadano de Barcelona que hasta la fecha estaba orgulloso de compartir el Park Güell con el resto de la humanidad y de contribuir a su cuidado con sus impuestos) me parece mezquino explicar sólo lo que se paga y olvidarse de lo que es de libre acceso, como si esas partes del Park Güell no tuvieran valor, ni fueran merecedoras de atención.

 

 

Lo que sí se ha conseguido al convertir parte del Park Güell en un recinto de pago es disminuir la presión de visitantes sobre la zona de las escalinatas, el mercado griego y la plaza del teatro, aunque, lamentablemente, la ausencia de un plan de visita para los visitantes, hace que éstos sigan agolpándose en la salamandra para sacarse la foto-recuerdo.

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Otro efecto positivo de la conversión de parte del Park Güell en un recinto de pago ha sido el aumento inesperado y muy elevado del número de visitantes al Centro de Interpretación del Park Güell. Y digo inesperado porque las enormes colas que se ven obligados a hacer los visitantes para acceder al Centro de Interpretación del Park Güell son la prueba evidente de que nadie había previsto que ese incremento se iba a producir (no tengo cifras pero apostaría a que el número de visitantes se ha multiplicado al menos por 20).

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Creo que el tema del incremento de visitantes de este centro de interpretación es un ejemplo significativo del cambio de actitud de los visitantes cuando visitan gratis un recinto o deben pagar por verlo. Mientras el Park Güell fue de acceso gratuito jamás vi una cola para entrar en el centro de interpretación (y durante casi diez años he subido prácticamente todos los fines de semana al Park Güell) y en las múltiples ocasiones que entré en dicho centro de interpretación, apenas encontré visitantes en su interior, así pues, ¿por qué ahora que se debe pagar para entrar al Park Güell nadie perdona la visita al centro de interpretación? No tengo datos que me permitan ofrecer una respuesta «científica» pero intuyo que como el centro de interpretación no ha sido objeto de una modificación que justificara un mayor poder de atracción, ni ha sido tampoco objeto de una mayor promoción, debemos suponer que ahora que los visitantes pagan para entrar entienden que el centro de interpretación forma parte de la oferta por la que han pagado y que por tanto deben consumirlo. Es decir, apreciamos más lo que debemos pagar que lo que se nos ofrece de manera gratuita, argumento que actualmente está sobre la mesa en el complejo debate sobre la gratuidad en los sitios patrimoniales.

No quiero acabar este post sin tocar un tema que me obsesiona en los últimos años, la creación de empleo en el ámbito del patrimonio. Creo que en el Park Güell se ha perdido una oportunidad extraordinaria de crear un número significativo de puestos de trabajo vinculados a los oficios del patrimonio como guías, intérpretes, educadores, gestores, conservadores, restauradores, etc. Aunque es cierto que la mayoría de personal contratado que yo vi eran personas jóvenes, muy educadas y bien preparadas en idiomas (al menos en inglés), también es cierto que los puestos de trabajo que ha generado la conversión de parte del Park Güell en un recinto de pago son de poco valor añadido y poco enriquecedores a nivel personal: vigilantes, vendedores de entradas, controladores de accesos.

El volumen de negocio que hipotéticamente generará el Park Güell (supongamos 8,00€ por medio millón de visitantes, en un cálculo pesimista, da unos ingresos de 4.000.000,00€) podría financiar una institución ejemplar de gestión pública de un recinto monumental declarado Patrimonio Mundial. Barcelona no tiene ninguno recinto de estas características que sea de propiedad pública y la verdad es que un una institución patrimonial pública dedicada a gestionar el Park Güell podría convertirse rápidamente en una verdadera escuela y laboratorio de gestión del patrimonio que sería muy beneficiosa para el sector tanto en el ámbito catalán como en el español. Por este motivo pienso que el Park Güell representa una oportunidad perdida, otra más, para hacer algún día del sector del patrimonio un sector estratégico en nuestro país.

13 comentarios en “El Park Güell de pago, una oportunidad perdida para el sector del patrimonio

  1. Pues no lo creo. Cuando se tiende cada vez más a integrar la vertiente territorial en la caracterización, protección y gestión del patrimonio, lo ideal hubiese sido (desde el desconocimiento del ejemplo que nos ocupa) exactamente lo contrario; más aún si (como dices) entre los planteamientos teóricos del plan de conversión estaba «preservar el derecho de los vecinos a disfrutar de un espacio de ocio que les es propio y mejorar su calidad de vida».
    Saludos… y recuerdos (también para Jordi) de alumnas/os y profesoras/es de las queridas tierras avileñas.

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  2. Querido Manel:
    Aunque ya en Ciego de Ávila pude escuchar algún comentario tuyo sobre el tema, leer el artículo ha sido aleccionador. Ya conoces mi defensa de la gestión pública del patrimonio. Por tanto, creo que se ha perdido una magnífica ocasión de crear buenos ejemplos que puedan ser extensibles (perdemos demasiadas oportunidades y no por casualidad). También resulta indicativa la idea de «selección» del espacio de pago, que vuelve a manifestar un trasfondo ideológico que, en el mundo patrimonial tiende a despreciar lo que no se considera «noble». Cuestión de interpretación. Es preocupante que los responsables hayan optado por una visión tan mercantilista que viene a ratificar que el valor que algunas administraciones otorgan al patrimonio es exclusivamente el turístico.
    Por último, lo del detalle idiomático. Je je. Eso viene a demostrar que la verdadera «inmersión lingüística» que se está produciendo en España es la de la lengua del imperio. Creo imprescindible (y enriquecedor) saber la mayor cantidad de idiomas, y en según qué trabajos más aún; pero de ahí a presuponer que todo el mundo tiene que tener la obligación de saber inglés, y que sea el inicial vehículo de comunicación en paises de lengua no inglesa, te hace sentir no sólo colonizado sino extranjero en tu propia tierra. A mí me enerva.
    Un abrazo

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    • Gracias por el comentario Antonio. Al leerlo me he preguntado si la UNESCO aprueba este modelo de gestión que trocea un bien declarado Patrimonio Mundial. Este modelo induce a pensar al visitantes que la parte del Park Güell que está declarada Patrimonio Mundial es la zona de pago y el resto no. De esta manera además parece como si lo único que merece una especial protección sea la parte de pago. En fin, lo dicho, muchas gracias y un fuerte abrazo.

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  3. Certero, certero, Manel. Se tenía una oportunidad inmejorable y se ha perdido.
    Es curioso el tema del centro de interpretación: muy a tener en cuenta la reacción del visitante cuando se paga o no entrada. Muy a tener en cuenta en el debate sobre la gratuidad de museos y equipamientos patrimoniales.
    Es un placer leerte, Manel.

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    • Gracias Santos. Tienes razón con que es curioso lo del centro de interpretación y su ejemplaridad para el debate sobre la gratuidad aunque no es fácil interpretarlo. Alguien podría decir que antes el centro de interpretación era de pago y que ahora es gratuito y que por ese motivo ahora tiene muchos visitantes y antes apenas tenía. Otros dirán que cuando el Park Güell era gratuito pocos visitaban el centro de interpretación y que, en cambio, ahora que hay que pagar sí que se visita. Es decir, veremos argumentos contradictorios sobre la bonanza o no de las políticas de gratuidad. Lo único irrefutable, hasta que no dispongamos de datos estadísticos y encuestas, es que las colas frente al centro de interpretación del Park Güell son la evidencia empírica de que un número muy significativo de sus visitantes demandan servicios de interpretación. Justo el tipo de servicios que no se ha pensado en proveer al plantear el Park Güell de pago.

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      • La opinión de los primeros es fácilmente refutable: los visitantes iban y van para ver el conjunto monumental del Park Güell: cuando este era gratuito, pocos decidían pagar por entrar al centro de visitantes.
        Ahora, que se paga por entrar al conjunto monumental, el visitante entiende el centro de interpretación como un servicio más que deben visitar.
        Lo que es incontestable es lo que comentas al final de tu post y de este comentario: evidencia que los visitantes demandan servicios de interpretación.

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  4. Manel, no puedo más que compartir contigo la tristeza al ver como se ha perdido una gran oportunidad para demostrar que se puede gestionar un recurso patrimonial tan potente como el Park Güell de forma inteligente, creativa, sostenible, integradora, etc.

    Lo que más me ha llamado la atención es el aumento de visitantes al centro de interpretación. Es un caso a tener muy presente en el debate sobre la gratuidad o no de museos y equipamientos patrimoniales.

    Felicidades por el artículo. A tener muy en cuenta (lástima que los responables de su gestión no piensen lo mismo).

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  5. Manel, al terminar de leer tu vivencia en el «Park GÜell de pago» como barcelonesa y amante de la obra de Gaudí, siento mucha pena. La última vez que visité el recinto monumental fue en enero del 2013 y ahora contemplo las fotografías que hice con nostalgia.

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  6. Aiggg, Manel, que no me hacéis caso, las políticas municipales de la ciudad de Barcelona de los últimos más o menos 5 años van dirigidas hacia lo que comentas, lo que yo llamo la cultura de clubbing!, la ciudad mírame pero no me toques, la perversión del concepto turismo sostenible por la de turismo fuente de ingresos (peti qui peti!). Te añado para tu información también la página de buenas intenciones de los que formamos parte del Clu’p’ Gaudir+BCN https://www.gaudirmesbcn.cat/index.php?id=1&L=1 ese club al que nos hemos visto obligados a entrar los locales para tener el carnet de acceso o las entradas gratuitas anuales, al menos, dicen que con este instrumento también nos va a permitir visitar de gratis (qué privilegio, gracias Il.lustr. Ajuntament por dejarme gozar de mis impuestos) el Castell de Montjuic, así que no te quejes, dicen.

    Y cuanto al ingreso por la puerta de atrás, peccata minuta visto lo visto, lo del inglés no sé si te atreviste a preguntarles por qué se dirigían a tí así, si por defecto o por aspecto, hubiera estado bien añadir más info sobre el tema, indicativo, cierto, de la estrategia de gestión del parque. Triste, muy triste, la Barcelona local se está diluyendo, nos hemos quedado sin las playas de los chiringuitos, ahora los parques, qué será lo siguiente? Buenas noches y buena suerte, que falta nos hace. salut!

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    • Gracias por el «coment» Carme. Lo del inglés no hay duda que no es un «complot soberanista» sino que es fruto del aleccionamiento de los trabajadores por parte de la gestión del parque. Porque no fue una vez sino tres las veces que me hablaron en ingles: para darme la bienvenida, para venderme la entrada y para controlar mi acceso al recinto de pago. Está claro que allí ahora sólo esperan turistas y te juro y te perjuro que yo para nada parecía un turista y que iba vestido como mandan los cánones del buen ciudadano barcelonés, sin ninguna concesión al aire de turista. Piensa que a mí me han confundido con un lugareño en sitios tan dispares como Roma, Atenas, Lisboa, Lima, La Habana, Casablanca y Helsinki y eso me pasa porque intento no parecer un turista, de ahí que yo deduzca que apenas hay visitantes barceloneses en el Park Güell de pago y que los trabajadores/as del parque han perdido la costumbre verlos. Coincido con tu sentimiento de tristeza, en mi caso no por la nostalgia de escenarios perdidos (que también) sino por la castración del futuro que siento. Bona nit i bona sort!!!!

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      • Conozco otros espacios culturales de la ciudad donde, por defecto, se me han dirigido en inglés. Hablo de espacios culturales de conocidas cajas de ahorros así como el MNAC. Quizá se deba a que acostumbro a ir con el carnet de ICOM por delante. Sin embargo, yo más bien me pregunto si es el personal que ha perdido la costumbre, o una directriz que tiene muy claro a qué público apunta.

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